sábado, 11 de febrero de 2012

Psicología de la discapacidad física


La experiencia de la discapacidad física afecta la vida de la persona, no solo en su dimensión corporal, sino también en el complejo mundo de las relaciones: consigo mismo, con los demás, con Dios. Cuando la discapacidad llega no solo se afecta la persona, sino que repercute sobre el grupo familiar y social.

La discapacidad como experiencia de pérdidas se presenta al romperse el equilibrio, seguridad, fuerza, autonomía, autosuficiencia y posibilidad de realizar planes y proyectos. Se pierde la libertad de movimiento, de pensamiento, de acción, de decisión, la persona se siente como esclava de sí misma y sometida a voluntad y normas de otros, que pueden limitar y disminuir: se rompe el marco de referencias ya que cambian las costumbres, personas, actitudes y cosas.

La sociedad valora la persona por lo que hace y tiene. La discapacidad tiende a marginarla, aislarla, infravalorarla y hacer en ocasiones sentir una “carga”; la autoestima es lastimada, deteriorando así la propia imagen y la que desea ofrecer a los demás.

El someterse a cambios por la pérdida de su privacidad, de intimidad como “realizar necesidades fisiológicas” en presencia de otros, desnudarse, hace que experimente la pobreza impuesta por la situación de dependencia.

El perder protagonismo en la propia vida, hace que se experimente una soledad existencial. La adaptación a la situación de discapacidad, no es fácil y varia de persona a persona, de discapacidad a discapacidad. Las relaciones son diferentes y depende sobre todo del significado que la persona de a su discapacidad. Entre ellas están:

  • Ansiedad y miedo al pasar día tras día y ver que la condición de discapacidad es la misma. Representa serias amenazas para el equilibrio psíquico: miedo, por sentir un peligro concreto y la ansiedad (tensión, inquietud, inseguridad) por el peligro de origen desconocido.
  • La Depresión, ocasionada por las continuas pérdidas a que está sometido el discapacitado; se manifiesta con la falta de sueño, pérdida de apetito, del interés por seguir luchando y viviendo, ganas de llorar, sentimientos de minusvalía, pesimismo, autovaloración negativa, indiferencia, culpabilidad, aislamiento, ideas suicidas….


Para evitar esta dura realidad y evitar centrarse en lo que está pasando se presentan unos mecanismos de defensa:

  • Agresividad: la persona identifica la discapacidad, como causada por un factor externo, “como un enemigo”. Se vuelve exigente, inconforme, rebelde, polémico, difícil de tratar, busca descargar esta agresividad en las personas más cercanas. 
  • Negación: negar la realidad o situación que se está viviendo, evasión que puede ayudar a mantener cierto equilibrio psíquico. Se puede manifestar con:
-       Reprimir recuerdos, sentimientos, impulsos, deseos.
-       Racionalizar, dar explicaciones, razones, justificaciones.
-       Intelectualizar, llenarse de datos, conocimientos, informaciones sobre la discapacidad, patología, diagnóstico.
-       Sublimar, sustituir la realidad por otros mecanismos; por ejemplo escudarse en sentimientos místicos, practicas religiosas….

  • Regresión: encerrarse en si mismo, rechazar a los familiares, amigos, medicinas, depender de los otros. Hipersensibilidad, egocentrismo, exigir cariño y atención.

La reacción de otras personas discapacitadas es la de aceptar y asumir la situación crítica de la discapacidad en actitud de lucha para vencer. Vivir con realismo y esperanza para hacer de una experiencia de por si frustrante, una ocasión para crecer y madurar.



1 comentario:

  1. Es uno de los materiales utilizados en nuestro S.O.S ADISCASIR, creado por la Dra. Irma Janeth Ortiz Bedoya Psicologa, excelente para tener encuenta, nadie esta libre de repetir el ciclo.

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