sábado, 25 de febrero de 2012

“Gente como usted o como yo”





Edgar Rada Lozano, miembro destacado de ADISCASIR, cuenta su historia para el blog y la sección de noticias de PLATADEPALO


Escuela Superior de Inteligencia Aquimindia en Bogotá

Hoy me desperté a la madrugada pensando en la propuesta que me hiciera una gran amiga de escribir en pocas líneas parte de mi historia, encontrando gratamente que las casualidades son solo un sofisma, pues la vida pareciera responder más bien a los principios físicos de causa y efecto. Suena en principio como una frase dura y sin sentimiento, pero nada más real para describir el antes y después de una persona sencilla, que tuvo una segunda oportunidad de vivir al recibir el estallido mortal de un proyectil, como también para explicar por qué cuento con la fortuna de encontrarme siempre con “gente como yo” o como usted.
Nací en medio de una familia humilde, el cuarto hijo varón que heredo el mismo nombre de su padre: Edgar. Pasé toda la infancia, adolescencia y juventud temprana en un pequeño pueblo del occidente Colombiano, Cartago – Valle del Cauca, sin muchas oportunidades económicas, ni de acceder a la educación superior o a un empleo estable de remuneración justa. Es así como después de hacer ventas ambulantes, recoger pelotas de tenis como cadi, cuidar gallos de pelea, pegar publicidad de bebidas gaseosas y hasta cargar bultos con material de zapatería, tuve la oportunidad de ingresar a un organismo de seguridad del Estado como Detective – Agente. ¿Regalo o maldición?, eso depende con que óptica se mire.

De la Escuela Superior de Inteligencia AQUIMINDIA en Bogotá D.C llegué a la bella ciudad de Medellín, en plena guerra con el temido capo mundial del narcotráfico Pablo Escobar Gaviria, hoy extinto. Allí pude experimentar violencia, terror, odios, pero también conocer gente valiosa, comprometida y por sobre todo entender, que por muy oscuro que parezca el panorama siempre hay un nuevo día, para buscar un estado de felicidad y tranquilidad, pues en medio de todo conocí el amor.

Eso fue lo que sucedió, después de superar la guerra, llevé al altar a una joven de escasos 17 años y yo próximo a cumplir 25, cuyo resultado, tan solo un año después, fue la llegada a este mundo de mi ángel salvador, Karina; que bella sensación el ser padre, que enorme responsabilidad y así lo asumí trabajando con empeño y eficiencia. Pero solo 45 días después llegó la tragedia cuando disfrutaba de mis vacaciones, una fuerte detonación irrumpió en mis oídos y un calor intenso quemaba la parte trasera de mi hombro, recorriendo mi cuerpo una fuerte sensación de parálisis e incontables segundos de zozobra mientras escuchaba como las detonaciones continuaban y penetraban la humanidad del amigo que viajaba a mi lado en el automóvil; lo siguiente fue un silencio abrumador en medio de la vía y bajo la mirada atónica de la gente que no se atrevía a prestar auxilio.



Ese fue el punto de inflexión de mi vida, allí arrancó un nuevo ciclo, con una expresión clara y contundente en mi mente, que en realidad era más una súplica: “Dios mío, estoy vivo, mi niña está muy pequeñita, me necesita, permíteme verla crecer”. Y eso fue lo que se me concedió, no sin antes enseñarme que para disfrutar la vida debía aprender varias lecciones y para eso empezó a rodearme de personas aún más valiosas de las que había conocido hasta ese momento.
La familia cobró un valor inimaginable, ahí entendí lo que algunas filosofías sostienen al afirmar que uno antes de llegar a este mundo escoge su familia y en mi caso fue un gran acierto, una madre valerosa, aguerrida y dispuesta a mantener su hijo con vida, que no le importó encarar a más de un medico y desafiar cualquier pronóstico negativo, un padre solidario pese a tener otro hogar, unos hermanos unidos y dispuestos a soportar las vicisitudes iniciales que representa una persona con discapacidad, pues el pronóstico fue contundente: “se le están muriendo los órganos internos…, él nunca volverá a caminar…, quedó cuadripléjico…, reemplacémosle la arteria subclavia…, llévenselo con ventilación artificial…”, decían los doctores.

De nuevo se oscureció el panorama, la lucha ya no era hacia el exterior, sino al interior de mi ser, para poder entender la situación y lograr aceptarla sin caer en la resignación, encontrando el combustible necesario en “gente como yo o como usted”.

Edgar R. L.

Pero se preguntaran ¿Quiénes son? Yo también me hice la misma pregunta y encontré una lista interminable en el transcurrir de estos 15 años, no tendría como mencionarlos a todos, pero si a los compañeros que me llevaron a las primeras terapias, la mamá de mi hija que me acompaño los 4 primeros años para luego tomar otro rumbo, la familia próxima que me acogió de nuevo en Cartago,  los jóvenes y niños que participaron en los torneos de futbol y ajedrez que organicé en el barrio, la Asociación de personas con Discapacidad ADISCASIR que me enseñó a desaprender para reaprender un nuevo estilo de vida, a la mujer integra que revivió y mantuvo viva la pasión por 10 años, a Monseñor Luis Madrid Merlano hoy Arzobispo de Pamplona Norte de Santander Colombia y Monseñor Jairo Uribe que patrocinaron toda mi carrera de Derecho, a los que creyeron en mí confiando sus tareas de escuela, colegio y universidad, asesorías de monografía y tesis de grado y por sobre todo a personas que son “gente como yo”, a las que les he podido servir y me han servido, haciéndome entender la esencia de la vida.

Edgar Rada Lozano

Hoy solo me resta decir gracias Dios o cual sea la idea que tengas de esa energía maravillosa que me dio esta segunda oportunidad, para ser padre, liderar el grupo de compañeros con discapacidad ADISCASIR, un abogado integro, un enamorado de la vida y del amor, con la firme convicción de seguir disfrutando de gente como yo y como usted.


Para leer la historia en el blog de PLATADEPALO en español, visita el enlace http://www.platadepalo.es/bitacora/?p=329

Para leer la historia completa en inglés, visita el enlace http://www.platadepalo.com/en/plata_the_palo_news.php

Para descargar en archivo PDF http://www.platadepalo.com/documentos/20120125131119.pdf

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